Segundo
Demonio Del Desarrollo: Las Experiencias Obsoletas
En esta ocasión abordaremos el tema del segundo Demonio del Desarrollo, aquellas experiencias que fueron útiles en algún momento de nuestra vida, pero que en el presente nos atan o nos limitan y no nos permiten reconocer que hemos crecido y que hoy tenemos más y mejores recursos para enfrentarnos a dichas situaciones que nos recuerdan lo que vivimos tiempo atarás.
En
síntesis, que no tenemos porque seguir repitiendo las mismas respuestas rígidas -que en algún momento fueron
nuestra única o mejor forma de enfrentarnos a ciertas situaciones -, si no
que podemos recurrir a nuevas
alternativas de conducta, más adecuadas al momento presente, pues ya no somos los mismos seres
indefensos del pasado, hemos crecido y tenemos la posibilidad de reconocer los
recursos actuales.
¿Cómo nos podemos liberar del
pasado?
Las experiencias obsoletas, son aquellas que nos ocurrieron
en el pasado, que nos generaron una sensación desagradable – miedo, vergüenza,
frustración, impotencia, dolor -, y que seguimos arrastrando hasta el momento
presente, con la creencia de que seguimos siendo incapaces, como entonces, de
poder resolverlas y, por tanto, las evadimos o las negamos y continuamos
apegados al dolor de lo que ocurrió allá y entonces, y seguimos actuando
de la misma manera que lo hicimos la primera vez, de manera rígida, como si no
tuviéramos en el presente más posibilidades que nos permitieran actuar de
manera distinta, más acorde con lo que estamos viviendo en el momento
presente.
De la misma
forma, no somos capaces de reconocer que aquello que fue doloroso o que era muy
importante para nosotros en el pasado, en actualidad ya no es un problema o ya
no es una necesidad
realy podemos
prescindir de aquello, bueno o malo, evitando sentimientos y
sensaciones dolorosas. Y si aún persiste dicha necesidad,
podemos reconocer que ahora tenemos más recursos que antes para satisfacerla.
Algunos ejemplos de experiencias obsoletas:
Haber sentido
que no se ahogaba en algún momento, lo que puede generar una sensación de
pánico ante la muerte. Más adelante, si la persona vuelve a estar ante una
situación de entrar al agua (en una alberca o una playa por
ejemplo) siente mucha ansiedad o pánico y se niega a entrar en el agua,
pues no está dispuesta a volver a experimentar la desesperación de
sentir que se ahogaba.
Desensibilizarse
ante una experiencia
dolorosa por proteger a otros. Un niño (niña) o
adolescente que, por proteger a sus hermanos pequeños de los golpes de su padre
o su madre, deja de sentir el dolor físico para resistir y poder salvar a sus
hermanos, cuando crece, es probable que se siga desensibilizando, pero ahora,
ante cualquier dolor, sin recordar incluso que el origen de dicha conducta,
viene de aquella experiencia traumática del pasado.
Sentirse
desvalorizado en la vida adulta, porque de niño siempre escuchó mensajes
como: ¡Eres un tonto! ¡No sirves para nada! ¡Nunca vas a llegar a ningún lado!
A algunas
personas les puede resultar muy difícil tocar su vulnerabilidad y dejarse ayudar, pues no sabe
cómo hacerlo. La experiencia obsoleta puede ser, en este caso, que en el pasado
no tuvieron más alternativa que volverse FUERTES, tal vez por haberse
quedado huérfanos y haber tenido que salir adelante por sí mismos o haber
tenido que asumir responsabilidades de adultos que no les correspondían,
haciéndose incluso cargo del resto de los hermanos o de alguno de sus padres.
Haber
sufrido algún tipo de abuso
sexual en la infancia o la adolescencia y, al
llegar a la vida adulta, tener miedo o fobia ante la posibilidad de una
relación sexual, aunque se trate, incluso, de su pareja o de alguien que ama o
desea profundamente.
Una persona
que se ha vuelto muy introvertido porque de niño lo reprimían o castigaban
cada vez que se reía o bromeaba y aprendió que era una conducta que no estaba
permitida, por lo cuál, aprendió a encerrarse en sí mismo por temor a ser
juzgado o rechazado si actuaba de manera espontánea.
Consecuencias de quedar
atrapados en las experiencias obsoletas del pasado.
Es natural
que si se vivió en algún momento de la vida una experiencia traumática, algo
que nos avergonzó, que nos generó miedo o pánico o que nos fue útil para poder sobrevivir ante alguna situación extrema (abuso, pérdida de la protección de los padres, daño físico, accidentes, etc.) se quiera volver a utilizar los mismos recursos cada vez que se vuelve a vivir una situación similar en el futuro, como volverse duros, agresivos, intolerantes, temerosos.
que nos avergonzó, que nos generó miedo o pánico o que nos fue útil para poder sobrevivir ante alguna situación extrema (abuso, pérdida de la protección de los padres, daño físico, accidentes, etc.) se quiera volver a utilizar los mismos recursos cada vez que se vuelve a vivir una situación similar en el futuro, como volverse duros, agresivos, intolerantes, temerosos.
La principal
razón de ello es que las sensaciones
corporales del presente ante lo que se está
experimentando son muy semejantes a las que hubo en la experiencia original
aunque no se tenga consciencia de ello. Por tanto, al sentirse la
persona igual que como se sintió en el pasado su primera reacción es actuar de
la misma manera que lo hizo allá y entonces.
La causa de esto
es que el cerebro aprende de cada experiencia y registra la manera en que se
enfrentó y se superó dicha situación para volver a utilizar dichos recursos en
caso necesario.
Sin embargo,
cuando estas experiencias se vivieron a muy temprana edad (o a veces incluso ya
de mayor), los recursos con los que se contaban en ese momento eran los
mejores, pero más limitados que los que se pueden tener años después. El niño o
la niña que sufrieron abusos físicos, violencia, pérdidas, etc. no tuvieron más
remedio que desensibilizarse o enfrentarse a situaciones que no eran las más
adecuadas para ellos, pero que fue la única manera de sobrevivir.
Al crecer y
volver a vivir cosas no iguales, pero sí muy similares, intentan, lógicamente,
actuar y reaccionar
de la misma manera que en
el pasado sin ser conscientes de que ésa manera de
enfrentarlo, con toda seguridad, ya no es la única manera de hacerlo ni la
mejor.
Tampoco se da
cuenta de que en el
presente, con toda
seguridad, tiene más y
mejores recursos que los que tuvo en el pasado y,
simplemente, vuelve actuar de la misma manera limitada como lo hizo la primera
vez dejando de ver las posibilidades de una nueva actitud o conducta en la
situación del presente.
¿Cómo cerrar las experiencias
obsoletas?
Para poder
cerrar las experiencias obsoletas es conveniente contar con el apoyo de un terapeuta gestalt que ayude a la persona a:
- Reconocer que aquello le pasó fue doloroso o desagradable, pero que ya es cosa del pasado y que, con sus recursos, logró sobrevivir a ello y seguir existiendo.
- Cada situación es única. Ayudarle a comprender que, por mucho que se parezcan las experiencias del presente a las del pasado, cada situación es única, independiente e irrepetible. Por lo tanto, la manera de solucionarla, siempre tiene que ser nueva y adecuada para cada situación en particular.
- Buscar nuevas respuestas, mas adecuadas a la situación presente. Cuestionarse si aquello que fue útil en el pasado, para solucionar la situación original del problema o del trauma, sigue siendo útil o necesario en el presente o si se puede simplemente cerrar para buscar formas nuevas de reaccionar ante las nuevas experiencias.
- El cuerpo recuerda. Tomar consciencia de que, por la memoria corporal, es muy probable que las sensaciones que percibe ante una experiencia similar a la del pasado, puede ser igual de desagradable que en el momento en que vivió la experiencia traumática, pero que los recursos que tiene ahora son más y mejores, por lo tanto, tiene muchas más posibilidades en la actualidad para poder enfrentar y lograr un resultado diferente, más satisfactorio.
- Volver a correr riesgos. Apoyar a la persona, después de que ha logrado ser consciente de todo lo anterior, para que se vuelva a arriesgar, para que logre tener el coraje de atreverse a vivir experiencias similares, de manera gradual, experimentando poco a poco y haciendo uso de sus capacidades del presente, hasta que pueda darse cuenta de que es capaz de enfrentarse a las situaciones de una manera menos dolorosa y más adecuada a la experiencia obsoleta del pasado que, muy seguramente, está cargada de dolor.
- Soltar necesidades obsoletas. También es importante que la persona reconozca si aquella necesidad del pasado sigue siendo vigente y, de ser así, cuales son las posibilidades de hoy, más adecuadas, para poderlas cubrir.
Para eso puede ser también necesario ayudarle a comprender a la persona que, por mucho que deseara que fuera la madre quien le cubriera dicha necesidad, muchas veces las cosas no son como las deseamos, pero que se puede encontrar vías alternativas para llenarlas igual de válidas y eficientes, pero que, para ello, es necesario renunciar a la expectativa original y abrirse a las nuevas posibilidades.
El elefante encadenado
“Un niño y su
padre van saliendo del circo y el niño ve a un enorme elefante que está atado a
una estaca clavada en el piso, el niño mira con extrañeza al elefante y le
pregunta a su padre:
– Papá,
¿por qué si es tan grande el elefante, no se escapa?
El papá miró y
analizó la situación antes de contestar, luego le dijo a su hijo:
– Me
imagino que, cuando el elefante era pequeño y lo ataron a esa estaca, lucho y
lucho para zafarse, pero no tenía las fuerzas para liberarse, él lo
siguió intentando todos los días, por semanas, o quizá por meses, hasta que se
dio por vencido al ver que no podía lograr lo que intentaba. Pasó el tiempo
y el elefantito creció, pero no se dio cuenta de que ahora era más fuerte
y que bastaría con que volviera a intentarlo una sola vez para ser libre.
Él se quedó atrapado, más que por la cadena y la estaca, por la creencia
originada cuando era muy pequeño, de que era inútil cualquier cosa que hiciera
para poderse zafar.”
Algo
similar nos ocurre, muy a menudo, a los seres humanos, nos quedamos con la idea
del pasado de que no más alternativas que las que encontramos en el primer
momento de la vida y, aunque crezcamos y nos hagamos más fuertes, seguimos
manteniendo las cadenas mentales de que no es posible cambiar.
En
conclusión podemos liberarnos de las cadenas que nos ataban de pequeños, y
no nos damos la oportunidad de comprobar si, en la actualidad, no podríamos
superar dicha limitación con nuestras posibilidades y capacidades del presente.
Preferimos quedarnos atados a cadenas, que son más una idea, que una realidad.
Luis Fernando Martínez Gómez citas: 55 39 77 70 27 (celular)
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