La educación en inteligencia emocional reduce la
violencia en los centros escolares
Distintas instituciones defienden y promueven su
enseñanza al mismo nivel que las asignaturas tradicionales
CARLOTA FOMINAYA - carlotafominaya - Madrid10/06/2015
00:00h - Actualizado: 10/06/2015 11:58h.Guardado en: Familia , Educación
La educación emocional y el desarrollo de la creatividad
en niños y adolescentes en clase hace tiempo que dejó de ser una apuesta
teórica para ser una realidad en muchas aulas de España. Su implantación es,
desde luego, una apuesta fuerte de la Fundación Botín, cuyo programa de «Educación
responsable» promueve desde hace diez años y de
forma gratuita la formación en inteligencia emocional en los
70.000 alumnos de más de 150 centros educativos de seis comunidades
distintas (Cantabria, Madrid, La Rioja, Navarra, Galicia y Murcia).
La institución santanderina asegura que la educación
emocional y social en el aula mejora de forma drástica la comunicación y
convivencia en los centros escolares a partir del trabajo conjunto de docentes,
alumnado y familias. De hecho los beneficios en estos colegios, explica Fátima
Sánchez, responsable de Educación, Proyectos y Acción Social de esta
institución, «se notan desde los primeros días», en cuanto se empiezan a
trabajar las habilidades sociales del pequeño: «Ayuda a los alumnos a conocerse
y confiar en sí mismos, a comprender a sus compañeros, a reconocer y expresar
emociones e ideas, a desarrollar el autocontrol, a aprender a tomar decisiones
responsables, o a valorar y cuidar su salud a la larga».
Así lo han recogido en su informe «Educación
Emocional y Social. Análisis Internacional 2015», donde
muestran cómo los centros que apoyan este tipo de formación en habilidades
sociales han obtenido consecuencias probadas muy importantes
relacionadas con algunos de los problemas graves y difíciles de resolver de
nuestro sistema educativo:«Son colegios que han mejorado la convivencia y la
relación entre profesores y alumnos y, por ende, disminuido los niveles de
violencia y de consumo de drogas. Incluso han reducido síntomas asociados a la
depresión infantil y juvenil», asegura Fátima Sánchez.
Conocimiento y emoción
Lo que es una realidad es que la educación de hoy, continua
esta experta, «no puede limitarse a los conocimientos. Hay que unir también la
emoción. Todos somos conscientes ya de que los que tienen mejores notas no son
los que más éxito tienen después en su vida. De hecho, en un mundo con una
tecnología en creciente sofisticación, las habilidades
emocionales y sociales que requeriremos serán cada vez más la
empatía, la atención, la tolerancia, la responsabilidad, la creatividad y la imaginación».
Estos valores, corrobora Christopher Clouder, uno de los
autores del informe de la Fundación y director ejecutivo del Comité
Europeo Educativo Steiner Waldorf, «están presentes en los niños por
naturaleza. Lo que ocurre es que la confianza de muchos de ellos disminuye a
medida que conviven con su entorno inmediato y en la escuela. La educación
emocional y social impartida en el entorno escolar es una buena forma de
reforzarlas».
«Es más —añade Sonsoles Castellano, directora de la Fundación San Patricio—, sin
emoción no hay aprendizaje. Ser feliz potencia la motivación, mejora el
ambiente dentro del aula y predispone para el aprendizaje: una persona feliz no
tendrá problemas para aprender todo lo nuevo que pueda surgir y lo hará en
menor tiempo que alguien que no lo es». De hecho, hace ya tres años que el
Colegio San Patricio optó por esta vía, al implantar el sello i3e de Educación
en Inteligencia Emocional que aplica AENOR, «con muy buenos resultados»,
resalta Castellanos.
El papel del profesorado
Todos los expertos consultados aseguran que para que este
desarrollo personal del alumno sea una realidad resulta imprescindible
facilitar la formación de los docentes en su propia competencia emocional.
Hasta el momento, pocas universidades trabajan las emociones como materias
obligatorias en sus planes de estudios, y menos como grado. Una de ellas es la Facultad de Ciencias Sociales y de la Educación de la
Universidad Camilo José Cela, donde han creado un proyecto
innovador que forma en educación emocional a los alumnos de las titulaciones de
Magisterio de forma transversal. Este es el mismo planteamiento del máster que
la Fundación Botín realiza a través de la Universidad de Cantabria, que forma a
los docentes para que puedan aplicar estos conocimientos a través de
asignaturas como las Matemáticas o el Arte.
Normativa educativa
«La iniciativa privada está muy bien —reconoce Santos
Orejudo, presidente del comité científico del II Congreso Internacional de
Inteligencia Emocional y Bienestar (CIIEB)—, pero desde aquí instamos
también a las administraciones públicas a que incluyan las referencias a la
inteligencia emocional en la normativa educativa». «Deben ser conscientes de
que el desarrollo de los sentimientos va a constituir en los próximos años la
verdadera revolución educativa, tanto en las aulas como en la formación del
profesorado», concluye.
«El ambiente del patio y de la clase es otro», asegura la
directora del colegio »
c. f.madrid
«Sin duda, desde que formamos parte del proyecto de
Inteligencia Emocional de la Fundación Botín, el ambiente del patio y de las
clases es otro», asegura Luisa Fernanda Saínz de Aja, la directora del colegio
Virgen de Mirasierra. Los resultados no solo se notan en el centro escolar:
«También lo perciben las familias», cuenta. Así, desde infantil, y a través de
distintas asignaturas (Música, Educación Física, Matemáticas), el colegio
enseña al alumno aprende a ser más empático, a manifestar sus emociones, sus
sentimientos, y a ampliar de una forma excepcional su vocabulario emocional.
«Todo eso facilita en gran medida la convivencia». Ella tuvo desde el principio
una confianza «plena» en el programa, y decidió implantarlo en todos los
cursos. La respuesta y gran acogida por parte del claustro, confirma Saínz de
Aja, fue fundamental. «Sin él hubiera sido imposible poner en marcha algo de
tal magnitud. Ellos fueron los que vertebraron el programa a través de sus
clases y tutorías», reconoce.
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